jueves, 1 de julio de 2010

¿Valió la pena el Mundial para Sudáfrica?


Probablemente el debate de si la justa deportiva favoreció o perjudicó al país anfitrión permanecerá por muchos años, no obstante, el hecho concreto es que el gobierno invirtió fuertes sumas de dinero, mientras gran parte de la población vive precariedades alarmantes.
Jueves 1 de julio de 2010 Mundial 2010

La desoladora postal de una “township”, donde probablemente no alcancen a llegar los beneficios del Mundial, más bien todo lo contrario, debido a la fuerte inversión del gobierno en el torneo.

Sudáfrica se califica a sí misma con orgullo como el único país industrial de África. Hasta 2008, su economía floreció durante más de 15 años seguidos. Y según cree el gobierno de Pretoria, el Mundial de Fútbol debería traer un nuevo impulso de crecimiento después del estancamiento del año pasado.

El ministro de Finanzas, Pravin Gordham, opina que el incremento estimado del 2,3 por ciento en el producto interior bruto en 2010 se debe en más de una quinta parte al Mundial.

Pero otros expertos, como los analistas de la empresa financiera Cadiz Securities, se muestran más escépticos y recuerdan la decepcionante experiencia de Corea del Sur en su calidad de anfitrión del Mundial de 2002. Para ellos, el prestigioso producto llamado Mundial de la FIFA no tiene un gran valor económico.

La revista Financial Week califica de “despilfarro” el gasto de miles de millones en estadios. El dinero se habría podido emplear mucho mejor para proyectos energéticos y de construcción, asegura. En los “townships” (los barrios marginales donde vive gran parte de la población), se registraron ya violentas protestas criticando las inversiones mundialistas.

Con el argumento del Mundial, el gobierno de Sudáfrica invirtió desde 2006 la enorme suma para el país de 400 mil millones de rands (unos 46.800 millones de dólares) sobre todo en infraestructuras como carreteras, energía o aeropuertos.

Directamente para el Mundial, en la construcción y modernización de estadios, en las medidas de seguridad, en telecomunicaciones o en el nuevo tren rápido que conecta Johannesburgo con el aeropuerto, se gastaron unos 33.000 millones de rands (unos 4.500 millones de dólares).

Los ingresos durante el Mundial y ante todo las repercusiones a largo plazo para Sudáfrica como país de inversión y de turismo, justifican los enormes gastos, según el gobierno. Pero las estimaciones se modificaron a la baja. Por ejemplo, ya no se esperan que en el recuento se contabilicen 500 mil visitantes extranjeros, sino como máximo 350 mil.

Los altos costos que tenía y tiene viajar al Mundial explican que los fans de Europa, América y Asia se echen atrás en una conyuntura de crisis: no sólo es caro el vuelo hasta el sur de África, sino que hoteles y líneas aéreas hicieron fuertes recargos de hasta el 200 por ciento a sus tarifas durante el Mundial.

El sector turístico, en el que trabajan más de un millón de personas, vio cada vez con mayor escepticismo el campeonato. “La avidez mata nuestras esperanzas en el Mundial”, escribió el columnista Peter Delmar. “Ni siquiera los alemanes, los aficionados al fútbol más ricos del mundo, pueden permitirse el lujo de visitarnos”.

Sudáfrica hace ya tiempo que no es el país que basa su bienestar -por cierto sólo para una minoría de la población- ante todo en el oro y los diamantes.

En tanto surgió una industria del automóvil y empresas especializadas en alta tecnología. Florece el sector del vino y el turismo. Y las universidades y centros de investigación gozan de gran reputación. El rand es fuerte y la inflación baja. Sudáfrica no está mal en comparación a los otros países del G20.

De todos modos, el desempleo es muy elevado y según cifras oficiales, generalmente más bajas que las reales, es del 25 por ciento. Y el abismo entre ricos y pobres es en pocos países tan hondo como en Sudáfrica.

A pocos kilómetros de muelles de yates, hoteles de lujo y fascinantes barrios de diversión en el Waterfront de Ciudad del Cabo, se encuentran paupérrimos “townships”, en cuyas precarias viviendas no hay ni agua ni electricidad. Sudáfrica es a la vez primer y tercer mundo.


(Fuente: www.lanacion.cl)

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